12 - ENTRAMOS EN EL S. XXI

Como comentamos hace un par de capítulos, el Thrash Metal evolucionó hacia un punto de vista más agresivo llamado Death Metal. Esta evolución tiene dos localizaciones geográficas bien definidas. Por un lado Florida y, por otro, Suecia. En Inglaterra aparecen un par de bandas reseñables a mitad de camino entre el Thrash y el Death. Napalm Death, cuya primera obra, “Scum” es del ’87, y Carcass en 1989 con “Reek of Puthrefaction”. En USA hay tres nombres claves. Morbid Angel con “Altar of Madness” (1989), Incantation con “Onward to Gólgota” (1992) y Death, cuyo trabajo más destacable es “Spiritual Healing”, y que prestaron su nombre, involuntariamente, para la ocasión. En Estocolmo (que no “Sto’s’l’colmo”), surgen Carnage en el 90 (“Dark Recollections”), At The Gates en 1992 con “The Red Is
The Sky Is Ours” y, como máximo exponente de la vertiente sueca, In Flames lo harán en 1994 con “Lunar Strain”. Igualmente reseñable es la gente de Entombed, quizás más cerca del Black Metal que del Death. Como estamos comprobando, en pocos años se produce el gran estallido del Metal más radical. Nos queda por hablar del Black Metal, y es que, igualmente a comienzos de los noventa, se produce un fenómeno en Noruega sorprendente. El satanismo más enfermizo atrapa a miles de fans, tomando como nexo de unión el Black Metal. Ya hablamos, cuando a principios de los ochenta hablábamos de la NWOBHM, de la existencia de Venom y su obra maestra “Black Metal” (1982). Si bien este es un notable trabajo de Thrash Metal, aunque de lo más radical en el género, sirvió de punto de partida para un buen puñado de adoradores del diablo que eligieron este camino como forma de vida. Inmortal marcan la pauta en 1992 con “Diabolical Fullmoon Mysticism”. Burzum y Emperor se estrenan en 1993 con sus discos homónimos. Mayhem, provenientes del Death con “Deathcrush”(1987) publican “De Mysteriis Dom Shatanas” en 1994. Darkthrone, que se habían estrenado con el deathmetalero “Soulside Journey” (1991), se dejan llevar por la corriente girando hacia el Black en 1994 con “Transylvanian Hunger”. Lo que comienza siendo un espectáculo más ó menos teatral, que comienza y termina sobre el escenario, resulta manipulado por oscuros personajes que, mezclando el satanismo con la ideología nazi, contaminan el ambiente. Cuentan por ahí que algunos miembro de las bandas y gente afín realizaban reuniones secretas en las pretendían entrar en contacto con el ángel caido, para lo que llegaron a cometer rituales de sangre y
asesinatos. Lo cierto es que alguno acabó y continúa entre rejas. Tras unos años de confusión ideológica y algún que otro disgusto policial, logran reconducir el espectáculo, reorientándolo hacia la autoafirmación nacionalista. Comienzan a hablar de mitología vikinga, y la figura de Satán es reconducida a donde nunca debió salir, al espectáculo teatral sobre el escenario. Cradle of Filth y Dimmu Borgir son los grandes beneficiados de esta suavización de contenidos y actitudes, llegando a las máximas cotas alcanzadas por cualquier banda de Black en toda su historia. A finales de los noventa se produce una descontrolada explosión de subestilos extremos. Viking Metal, Noiscore, Grindcore son algunos de los nombres dados, dependiendo de la cantidad de sangre, muerte y destrucción que contengan sus letras, amén del nivel de ruido que se pueda hacer con los instrumentos. Mención especial merece el Christian Black Metal, enfrentado al satanismo noruego, y que tiene en los australianos Mortification (desde 1991) su máximo exponente. Más audibles resultan las bandas de Dark Metal, ubicadas en algún punto intermedio entre el Black y el Doom. Basadas en la melancolía y la melodía de las bandas góticas, pero con cierto toque blackmetalero, tienen como máximo exponente a los más que interesantes Dark Tranquility, aparecidos en el 93 (“Skydancer”) como parte del radicalismo de la época, pero marcando poco a poco su propio camino.


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